Artículos año 2015 Presentación de Guerrilleros



Texto íntegro de las palabras pronunciadas por mí el día e la presentación del libro "Guerrilleros" de Mariano Velasco, en la sede de la Escuela de Escritores "Alonso Quijano" sita en el Hotel Convento de Santa Clara en Alcázar de San Juan en octubre de 2015.

Mi intervención en este acto quiere ser una modesta colaboración de acompañamiento a la persona y obra de Mariano, al que conozco hace ya bastantes años, primero por agradecimiento a su buena disposición cuando yo le pedí su intervención en temas medioambientales y después cuando nos conocimos como coparticipes del grupo literario que articulamos en torno a la revista literaria La Veleta del Sastre hace ya tiempo.

Lo más destacable desde mi punto de vista, sobre la figura de Mariano es su encomiable espíritu de superación. Una persona de origen humilde, cuya familia apenas le brindó un entorno educativo rico en incentivos, ha logrado superar, gracias a su tesón y esfuerzo, esas carencias ambientales para conseguir, simultaneándolo con su trabajo como ferroviario, una formación universitaria que le está permitiendo gozar de una visión crítica de nuestra sociedad y una expresión de sus ideas gracias a sus habilidades formativas.

Como se decía en otras épocas, también podía haberse pasado el día holgazaneando en la taberna, como era moda muy usual en muchos de sus coetáneos. Por tanto, mi elogio a su actitud y voluntad de superación, independientemente del mayor o menor talento que le acompañe.

Y no quiero dejar pasar la ocasión para recordar dos de las veces que invité a Mariano a sendas charlas en la escuela. La primera fue en el Colegio Juan de Austria cuando yo era director en los años noventa. Aún eran alumnado de EGB y Mariano sudaba hasta límites inexplicables. Luego me confesó sus dudas y temores ante la tarea novedosa. La segunda lo recuerdo en el Instituto de P. Muñoz en el que yo ejercía como orientador. En este caso su valoración fue negativa por la falta de interés del alumnado que “pasaba” de cualquier tema que no entrase en el examen.

Y es que, no sabiendo los oficios los haremos con respeto, como decía León Felipe. Así se toma Mariano la mayoría de sus dedicaciones y por eso ahora no dudo de que su inmersión en la historia a través de esta nueva publicación tendrá interés y enjundia.

Yo no soy historiador en el sentido especializado del término. Mi formación es la de un maestro y pedagogo de los llamados generalistas, es decir, de los que sabíamos algo de todo pero sin profundizar específicamente en nada, salvo que nos gustase especialmente por algún motivo. Pero no por ello debo omitir mi parecer ante los trabajos históricos.

La historia depende en gran parte de la memoria y la memoria, como muy bien expresó el profesor manchego Juan Sisinio Pérez, depende de quien la gestione. Mariano ha gestionado a su modo una serie de episodios relacionados con la cercana Guerra de la Independencia, como ya hicieran también otros muchos, desde el maestro Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales pasando por el más cercano y entrañable Jesús de Haro que dejó su impronta en dos publicaciones estupendas tituladas “Bailén 1808” (1999) ilustrada por Nuria Cortina y “La Mancha 1808” (2000) ilustrada por Isidro Parra.

Pues bien, ¿quién lee diez siglos en la historia/ y no la cierra/ al ver las mismas cosas siempre/ con distinta fecha?.../los mismos hombres,/ las mismas guerras,/los mismos tiranos, /las mismas cadenas,/los mismos esclavos,/las mismas protestas,/los mismos farsantes,/ las mismas sectas/ y los mismos,/ los mismos poetas…

Estas sentencias de León Felipe resumen el trasfondo de todo lo que nos ocupa. Pero la aportación de Mariano nos acerca a una visión cercana y novelada, a una realidad que no por sabida resulta repetida porque cada intérprete aporta su visión y su talento. Como escribió el profesor y prologuista del libro “La Mancha 1808” de Jesús de Haro, Jean René Aymes, “cualquier individuo y cualquier obra engendrada por un hombre llevan el sello de la época en que se inscriben”.

Además, Mariano demuestra que el lenguaje es el mejor instrumento que tenemos los humanos para crear, para construir una realidad que trascienda, para que los recuerdos, como dice Luis García Montero “sean los nudos de seguridad que sostengan nuestra historia, testimonios que nos permitan regresar a un tiempo que ya no existe, porque el tiempo está acostumbrado a cambiar de domicilio y a desaparecer para siempre, si no le arrebatamos algún objeto personal”.

Mariano ha jugado con el lenguaje para que sus palabras queden enredadas en la historia y nos defiendan de su desaparición. Lo ha hecho además con párrafos de indudable sensibilidad como este que transcribo literalmente: (Se refiere al episodio en el que Francisquete organiza una de sus emboscadas a los franceses. Pág. 155) …”Los ruidos de las anátidas y el runrún de los cañaverales cubrían el sigilo de sus movimientos. La plateada luz de la luna como cómplice de su condición.”

¿Trascenderá la obra de Mariano? Lo importante es que su modesta aportación a través de algunos de los protagonistas populares de nuestra comarca, como fueron los guerrilleros, tenga el suficiente valor, y no me corresponde a mí decirlo, para incorporarse al acervo de documentos, de archivos, estudios, ensayos, memorias, etc., que se refieren a la “guerra del francés”.

Con esto quiero decir que el tiempo histórico y sus filtros no están en nuestras manos. Que no hay que preocuparse por lo que finalmente quedará porque eso no está a nuestro alcance y hoy las guerras y las invasiones tienen otros métodos y otros objetivos menos visibles pero igualmente dañinos. Y los guerrilleros están en las asambleas callejeras o en las alternativas de poder que suelen verse aplastadas por los grandes intereses multinacionales.

Yo no distingo ya/desde un piso cuarto/un cetro de oro de un bordón de palo/Y pienso que a mil metros,/desde el vuelo perdido de los pájaros,/debe de ser lo mismo/la toca de una bruja que el capuchón de un santo./ Y que allá de ese vuelo/más alto, desde el sitio de Dios,/fuera del tiempo y del espacio,/el hombre no se verá ya/ni grande ni chico, ni bueno ni malo. ¡Enhorabuena, Mariano!

Justo López Carreño

Octubre de 2015

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